Voy a explicar por qué la noche
del 23-F de 1981 fue una de las más felices de mi vida. Iba en el metro y
cuando salí a la calle en la estación de Lavapiés la gente gritaba: “han
entrado en el Congreso, estos hijos de puta ya la quieren liar”. Un viejo decía:
“no me jodas que tenemos que sacar las armas otra vez, coño, con lo a gusto que
estaba yo con mi pensión y mis viajecitos a Benidorm”. Yo volvía de ensayar con
el combo flamenco y no nos habíamos enterado de nada, sólo guitarras, palmas,
cante y humo, mucho humo. Esa tarde había estado entonando cositas de las Grecas por martinete. “Pa matarte”, decía
El Tío Paco.
Me entretuve según mi costumbre en la taberna Alfaro a tomarme una
cañita antes de subir a casa. El tío Ángel estaba sólo: “¿no te lo dije Curro? Estos
cabrones nos la quieren jugar otra vez, hace un rato no cabíamos y cuando se
han enterado de lo del golpe todos para sus casas, algunos dicen que se van
najando a Francia. Creo que soy el único que tengo abierto el negocio en toda
la calle”. “Lo mismo pasó en el 36”,
le dije, “era un secreto a voces lo del alzamiento y nadie hizo nada, enciende la radio a ver si nos enteramos de
algo que esta noche promete ser larga”. Ángel entrecerró las puertas de la
bodega y puso Radio Nacional. Sólo se oía música militar. Al rato llegó maldiciendo
Luis de la Esperanza:
“picoleto tenía que ser, un tal Tejero”. Nuestro Tío Paco era el que más
cabreado estaba. Después del ensayo tenía intención de visitar a su primo “El
Goyo” en Vallekas. Cuando supo lo del golpe se dio la media vuelta hacia la
taberna. Entró cagándose en todo: “¡Ha sido el cabrón de mi capitán Merlo! Cuando
cumplíamos en la de Brunete
nos decía “os estamos formando para algo
muy importante, la patria os lo agradecerá”, menos mal que me libré pronto
si no me veo entre los que están ahora en Prado del Rey”. Algo más tarde
apareció Antonio Valentín, le habían jodido la vuelta a su casa en tren, decía
que prefería pasar la noche con nosotros a arriesgarse a quedarse parado en medio
de las vías. “No te preocupes primo, tú tienes asilo político en mi cuarto de
los cabales”, le dijo Curro.
La noche iba avanzando mientras por
la radio no se oía otra cosa que marchas militares. En la calle no se escuchaba
ni a los barrenderos, reinaba un denso silencio hasta que se oyeron las
primeras consignas fascistas, “arriba España”, “os vais a enterar rojos”. No
había que darles mucha importancia, sabíamos quienes eran y si la cosa se ponía
fea tendríamos que andarnos con cuidado. El Tío Paco conservaba la costumbre de
su época en la clandestinidad de guardar un pasaporte falso por si tenía que salir
pitando del país algún día. Y es que aquella época había terminado anteayer
como aquel que dice. No hacía tanto que en 1975 la Plaza de Oriente se abarrotó
para aclamar al dictador después de haber firmado las últimas sentencias de muerte sin que le temblara el pulso.
“Apaga ya la radio y toca algo
tú, Tío Paco”, dijo Curro. Ángel se levanto en dirección al aparato y en ese
momento sonaron una guitarra flamenca y un temple por soleá. “¡Joder!, ¡si es
Camarón!” ¿Qué había pasado? La música castrense había terminado y todos miramos
atónitos a la radio. La voz de Camarón acompañada por el de Lucía salía por el
mismísimo altavoz que llevaba horas dedicado a marchas marciales. Todos nos
acercamos ansiosos a la radio. La noche cambió de rumbo. Grabaciones inéditas
de Camarón en directo. Ángel con la emoción comenzó a llenar vasos y nosotros a
beberlos entre cante y cante. “Ole y ole, que pedazo de artista” decía Curro
emulando a Pepe el del Candela.
De repente sonaron unos golpes
sobre la chapa del cierre, nos acojonamos. Era “La Cañaílla de Lavapiés” que
andaba preocupada por Curro. “Joder, prima, que susto nos has dado, anda
siéntate con nosotros” le dijo El Tío Paco saliendo al quite para que no se
enfadara. “Como sabía donde encontraros, y yo que empezaba a preocuparme, sois
unos cabrones, y tú el primero Curro, te perdono por la alegría de escuchar a
este monstruo” dijo la Cañaílla.
Fueron unas horitas
ininterrumpidas de arte y majestad de los dos príncipes del flamenco. “Pero qué
coño pasa, no habían dado un golpe”, alucinaba Angelito y todos los presentes. Tío
Paco recordaba cuando iba a los billares de la Gran Vía y se encontraba
a José con su guitarrista echando su partidita después de la actuación en
Torres Bermejas. Antonio lloraba de la emoción y Luis, el más jovencito, decía:
“joder, yo acababa de nacer cuando estos monstruos cantaban esto”. En medio de
unos tangos “pero que tiene la María la abadesa, la
portuguesa, tirititi.” la radio habló: “Buenas noches, a continuación les
habla su majestad el rey don Juan Carlos de Borbón”. “Otra vez la monarquía
jodiéndolo todo”, gritó Curro. Empezó a salir gente a la calle: “hay que liberar
el Congreso”. El viejo de los viajes a Benidorm daba gritos a la república. No
salíamos de nuestro asombro, acabábamos de vivir una noche golpista escuchando
a nuestros ídolos.
Lo demás ya es historia. Tiempo
después Tío Paco se encontró con uno de sus antiguos compañeros de mili que le
fue contando. Entraron en Radio Nacional para interrumpir las emisiones y que
sólo sonara música militar. Cuando una bobina se terminó el técnico de sonido
de tan nervioso que estaba se equivocó y puso lo primero que encontró, los
conciertos de Camarón de la Isla
con Paco de Lucía 69-75. El capitán Merlo al escucharlo dijo: “déjalo que
suene, sé de algún hijo de madre que si lo escucha llora como un niño”. “Con la
de putadas que te hizo cuando estábamos cumpliendo el muy cabronazo se acordó
de ti, Tío Paco, el Capitán también tiene su corazoncito”.
El 23F miles de personas saldremos a la calle a reclamar un cambio de sistema. No debemos consentir que nos gobiernen delicuentes y que se cuestione que sin ellos no podemos vivir como dice "Cosperral".
Ni con políticos corruptos ni con policias ni militares que no defiendan al pueblo
No desesperemos pues seguro que el miedo cambiará de bando
El 23F miles de personas saldremos a la calle a reclamar un cambio de sistema. No debemos consentir que nos gobiernen delicuentes y que se cuestione que sin ellos no podemos vivir como dice "Cosperral".
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No desesperemos pues seguro que el miedo cambiará de bando