Aunque ya lo presentaron en la sala Planta Baja hace relativamente poco, la actuación en el Teatro Alhambra ha sido la puesta de largo del proyecto Cantes Malditos. Creemos que si no inédito en este país, al menos es muy distinto a todo lo demás. Y es que se han hecho muchas fusiones, encuentros y demás experimentos relacionando el blues o el jazz con el flamenco pero lo del guitarrista Pedro de Dios junto al cantaor Antonio Fernández es diferente. Su estética es la de una banda bluesera con un cantante jondo que lanza quejios y jalea con oles y palmas a sus compañeros. Con la batería de Antonio García Cruz y el bajista José Sánchez “La Josefa” que además es el productor del disco, van interpretando los temas de su único disco con una base de blues pantanoso y una estética oscura y tremendista. En su decálogo lo dejan meridianamente claro, incluso lo de “vestir de funeral” que lo acompañan con temas de temática sepulturera como La hija de Juan Simón o el Fandango del coche funeral.
Comenzaron con Soy un pozo de fatigas, donde Antonio canta por martinete y tonás y ya comenzamosa vislumbrar que el cantaor es la pieza fundamental del espectáculo. Desde un principio su voz entra como un cuchillo y durante casi toda la actuación está siempre al límite, es más, si le dieran mas potencia se comía a la banda entera pues a veces su voz parece que está encajonada como en un ataud donde durmiera Screaming Jay Hawkins o Manuel de los Santos “Agujetas” aunque esto mismo es lo que se pretende de alguna forma, que nos sintamos como en un entierro.
Como no había flamencólicos entre el público nadie se
levantó cuando interpretaron la petenera Quisiera yo renegar que popularizara
Pastora Pavón “La Niña de los Peines”. Mala fama tiene este palo pero lo cierto es que
es un cante difícil de interpretar y aquí Antonio de nuevo lo borda. Los arreglos para este
este tema, para nosotros, es de lo mejor.
Pedro, Antonio y compañía caminan entre el feeling y el
duende aunque, en este trayecto, de momento, no caben alegrías, solo tristeza y
jondura predominando los colores básicos del infierno, rojo y negro.
Solo tenemos un pero, el respetable se quedó esperando un bis, un "penultimo tema" como las copas. El mismo Antonio podría haberse marcado otro fandango como el que cantaba su maestro y amigo Enrique en alguna ocasión.
Recomendamos encarecidamente la entrevista que les hacen en
Ruta 66, podréis entender más su forma de expresar este encuentro oscuro y
jondo de blues y flamenco.
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